Escuche a estos monitos. Intente entender qué género es. Si lo analiza un poco verá que Ud. “entiende”; lo que ocurre es que Ud. no entiende por qué “entiende” y eso es justamente lo que le hace no saber ya ni dónde está parado.
Koenji Hyakkei es uno de los proyectos liderado por Tatsuya Yoshida, una figura destacada (si se me permite el hallazgo expresivo) entre varios monstruitos de Japón, ese país al que –al menos desde el punto de vista de la música- hay que agradecerle su mera existencia.
Instrumentalmente tienen la fuerza aplanadora de una banda heavy, pero ojo: no se parecen a nada que se haya escuchado del género. Se los asocia con el rock progresivo... pero definitivamente si esto es rock progresivo entonces todo lo que yo conocía con ese nombre son meros intentos. En el famoso rock progresivo es muy fácil encontrarse con guiños al “arte” que muchas veces son ingenuotes o relamidos. Koenji Hyakkei no cae en eso jamás.
Las voces forman coros líricos y el conjunto mantiene una tensión constante que uno sin embargo acepta gustosamente... ¡No bajan nunca! Los remansos de “tranquilidad” suelen ser tan intensos e insistentes que uno se pregunta cómo es que sigue escuchando. La respuesta es simple: los tipos no cansan, al menos no a mi (y yo no soy un fanático del rock pesado).
En definitiva: estoy hablando demasiado de “rock” y esto no tiene ya nada que ver con el rock, utilizan guitarras eléctricas y baterías, y pueden ser más feroces que cualquiera de esos lateros, pero eso no significa nada. Otra vez me parece que hay que tirar varios discos de artistas que se la han pasado copiándose unos a otros. Estos tipos meten pianos, saxos, free jazz, ópera, susurros y vuelos vocales impresionantes (Grahbem Jorgazz más que una canción es una experiencia). Esto lo puede escuchar cualquiera al que le guste el heavy, el free jazz, la música coral... bah, cualquiera al que le guste la música.
Los nombres de las canciones y las letras son otro asunto interesante; están escritos en una lengua inventada. Todas las palabras se parecen a algún idioma y sugieren algo ya que la entonación, la pronunciación, los acentos, todo tiene su papel en la expresión. En los temas tienen lugar diálogos y repeticiones mántricas (pero nada reposadas) que juegan con la música de una manera tan fantástica que uno tiene esa deliciosa sensación de entenderlo todo, tan similar a la de no entender nada.
El género dio en llamarse “zehul music” y es una invención de Christian Vander, de quien ya hablaremos por aquí pero se trata de un francés líder del grupo Magma, que inventó el “kobaiano”, lenguaje en el cual “zehul” significa “música celestial”. El zheul combina elementos del rock progresivo y el neoclasicismo (como siempre: lo que sea que eso quiera decir).
Escribí demasiado como siempre, y no hice justicia a estos animales musicales. Ofrezco aquí el último de sus álbumes, Angherr Shispaa. Pueden bajárselo de aquí.
Ah! Y agárrense fuerte.
miércoles, 1 de julio de 2009
Koenji Hyakkei, aplanadora lírica
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