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Vamos a contar una historia de esas.
Había una vez y sigue habiendo un francés al que le gustaba viajar por ahí; un día vio pasar a una troupe de gitanos y se les unió sin pensárselo demasiado. Fabrice Martínez se llama el irresponsable ese. Viajando con los gitanos aprendió varias cosas, entre ellas a tocar el violín, y el folk tradicional gitano, que abarca desde los Balcanes hasta la península ibérica. Recorrió varios países, y una vez que llegó cierto momento de esos que no se sabe por qué, pero llegan, dijo "Me voy a california" y se fue.
Allí conoció a una mujer que se llama Ursula Knudsen, del tipo que verla le hace pensar a uno en cosas muy serias. Y oirla cantar... Mmmhhh... Ohhhhh... Ejem.
Junto a ella también conoció al acordeonista Aaron Seeman, al guitarrista Douglas Smolens, al percusionista Adam Stacy y a un intérprete del shamisen llamado Kevin Kmetz, otro americano (U.S.A. está produciendo muy buena música) que ganó un primer y un segundo premio en sendos concursos de shamisén en Japón, el único occidental hasta ahora en lograrlo.
Muy bien, todos estos iluminados por una afortunada magia coincidieron en una sala de conciertos llamada Fishtank, en Oakland. Charlaron, charlaron y parece que alguien dijo algo así como "Che, pintó concierto?", sugiriendo mandarse una zapada ahí mismo en cuanto la sala estuviera disponible. Sí, así sin ensayar, una zapada a ver qué dice el público...
En unos días se mandaron su divertida zapada, y parece que pasó algo medio raro. Claro, yo creo que con tanta historia de gitanos, japonerías, talento que se junta de repente y las piernas de Ursula... era como para que cualquier duende urbano se entusiasmara: parece que se encontraron tocando canciones que ni ellos mismos conocían, pero que salían totalmente fluidas. El público no creyó que fuera una zapada sino un concierto de tipos con mucha carrera juntos. Tanto como para que alguien les ofreciera grabar un disco, que hicieron en tres semanas.
No es el que se presenta aquí, pero valía la pena contar la historia. Como corresponde a músicos de verdad, y no a la pelotudez de los divitos y divitas penosos que nos venden los medios, Fishtank Ensemble es en realidad uno de los proyectos y puntos de encuentro de gente que participa en múltiples proyectos, muy lejos del comercio y muy cerca del amor a la música. Créanme que merecen ser conocidos y más.
La vocalista es otro hallazgo, canta en múltiples idiomas y múltiples sentidos, baja notas del cielo, y también las sube. Y por si hacía falta -que siempre hace- toca el violín, el banjolele (mezcla de banjo y ukelele), el theremin y el serrucho. Sí: el serrucho.
Y la banda traspasa la música balcánica, klezmer, flamenco, folk japonés, nórdico... todo envuelto con un talento que nos parece estar escuchando un género de toda la vida, por una banda de toda la vida.
Si alguien dejara un link en los comentarios, tendríamos que agradecérselo y no perder un minuto. Es tiempo ganado para nosotros, porque la vida es esto y lo demás es mentira.
Website: http://www.fishtankensemble.com/