Bark Psychosis - Hex (1994)

Sin duda se habrá oído hablar del famoso post-rock, un género del que al menos yo no tengo una idea clara de qué significa (lo que no es raro ya que mi ignorancia es eniclopédica); diríase que es ese estilo que incorpora elementos del rock, pero que ya no es rock... Tampoco es una definición demasiado sofisticada, pero es que no se me ocurre otra.

Dentro del post-rock hay para mi gusto muchas bandas buenas generalmente poco conocidas: los brasileños Mamparra y su excelente Perdeu a Lingua, los japoneses Sgt y su álbum Stylus Fantasticus, etc. Por otra parte hay bandas mucho más conocidas pero mucho más flojitas, como los chirles Sigur Ros. Esto quizás haga que generalmente se vea al género como pretencioso e inepto, tanto como para que en cierto blog haya visto la etiqueta post rock that doesn't suck. Y es que el género nunca tiene la culpa; veamos...

¿Quién inventó el post-rock? Podemos usar ese verbo porque en este caso tenemos un antecedente. Un buen día de 1994 el crítico Simon Reynolds acuñó el término en una nota para Mojo refiriéndose principalmente a la banda que nos ocupa: Bark Psychosis.

Van a encontrar una muy buena reseña de la banda aquí. Tal como señala el artículo de la Wiki, estos británicos que comenzaron en 1986 han interpretado toda clase de estilos de manera muy disfrutable y versátil; también han sufrido muchos cambios en su formación, básicamente inestable. Su líder Graham Sutton declaró una sana intención artística:

Estar en esta banda es nunca repetirse. Siempre intenté sorprenderme a mí mismo y a los demás, jodiendo los preconceptos de la gente respecto de lo que hago y todo eso. Me encanta dar una impresión equivocada. O retorcer las cosas. Como por ejemplo sonar dulce al principio pero no serlo, o viceversa.

Pero lo más fascinante, lo más personal que han hecho fue quizás su álbum debut, que presentamos aquí: Hex. Es lo que mejor representa ese estilo atmosférico, etéreo, espacial-acústico. Las atmósferas de este álbum tienen espacio, un volumen indefinido y bellamente abstracto, pero nada frío o pretencioso. La diferencia quizás esté como siempre en detalles mínimos pero fundamentales: una avalancha de bandas posteriores intentó imitar ese efecto sin el menor éxito, porque entre otras cosas usaban sintetizadores... mientras que lo que hacía Bark Psychosis era conseguirse una iglesia vacía y tocar allí, el sonido resultante es muy bello.

El estilo de Hex es por lo tanto inclasificable. Tiene un sabor vagamente progresivo, por lo que muchos enojaron a Sutton comparando a la banda con Pink Floyd. La comparación no es necesariamente insostenible, algún fugaz tinte pinkfloydesco puede adivinarse en algunos pasajes (y al fin y al cabo Pink Floyd era una muy buena banda), pero el sonido Bark Psychosis es definitivamente otra cosa.

Siguiendo con este álbum, la voz es mínima pero emotiva, el piano es delicadísimo, los platillos sisean, hay algunas intervenciones de vientos... Pero las notas son largas, se toman su tiempo para llenar el espacio. A veces resbalan abruptamente o se mezclan con algún chirrido eléctrico, y entonces ese espacio sufre ondulaciones y distorsiones, pero siempre sutiles. Por eso también puede tener un cierto color grunge, como pequeños agujeros por los a veces asomara la cabeza Nirvana, lo que además evita que sea demasiado meloso y mantiene ese no se qué de intrigante que lo hace disfrutable.

En definitiva, Hex es una gema, extraño y bello. Quizás este tipo de sonido gana mucho con un equipo de audio bueno, pero he descubierto que unos buenos auriculares pueden ser también muy efectivos. Es un sonido perfectamente fumable, poco rítmico, no es para una fiesta sino para pensar y pensar y pensar...